Bendita lluvia que con su llegada no solo trae vida sino que revuelve los sentimientos.
Permite la apertura de la mente, fluyen los pensamientos y el análisis.
Invita a meterte en el caparazón como la tortuga, buscar resguardo y protección.
Bendita lluvia que sensibiliza al hombre, invita a la compañía, al compartir y al dialogo.
Mirar desde la ventana los árboles y la grama humedecida por la lluvia,
percibir el olor a tierra recién salpicada por cada gota que cae desde lo alto,
conectarte con la naturaleza y sentirla hermana, madre. Fundirte en su esencia,
entender que para el humano es vida, te lleva al éxtasis pero también al dolor,
surgen pensamientos que te alarman y entras en panico.
En mis pensamientos aflora el amor y el respeto por lo que me da vida,
por lo que fue creado para mi disfrute, para mi sobre vivencia.
Casi al unísono llega la tristeza y la frustración de ver como el hombre
irrespeta, daña, destruye y extermina en su afán de jugar a ser Dios.
En mi mente, recito como un poema el código del acampador,
el cual hice mio desde la primera vez que cayo en mis manos.
Me parece lógico, justo y elemental, el convencimiento y la necesidad
de que cada ser humano quiera y sienta la obligación de respetar su entorno,
proteger lo que como regalo ha recibido y como buen custodio
pasarlo a otros igual o mejor que como lo encontró.
Que pena que algunos seres humanos por ignorancia o por soberbia
viven construyendo Torres de Babel.
En ese juego peligroso de querer retar a Dios,
corrompen lo que nos fue dado por amor.
De aquel planeta rico y hermoso, con todo lo esencial para vivir,
poco a poco solo despojos van quedando, se va desintegrando.
La madre naturaleza nos va dando avisos de su dolor,
reclama atención y acción ante tanta corrupción.
No queda de otra, debemos hacer una revolución,
tomar las armas de la conciencia, del deber, del respeto y la moral.
Los seres humanos consientes de su deber deben reclamar
y exigir un alto a todo lo que daña, corrompe y contamina.
Un planeta empobrecido grita....
Tiemblo al pensar que mundo van a heredar los que están por llegar
como van a vivir, de que se van a alimentar.
Confío en que los que quieren endiosarse con sus acciones, son minoría
y el resto como eslabones de una cadena, unidos en una sola conciencia
los vamos a detener en ese afán.
Me llena de ilusión que con nuestra acción de frenar a los que se creen Dios,
los que lleguen puedan disfrutar de la lluvia, del río, del mar.......
23/mayo/2013